El franquismo era una derecha socialista

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Su evolución tomará direcciones que la aproximan hacia el materialismo político, es decir, hacia la incorporación de algún modo de la capa basal a los planes y programas del Estado. Es cierto que la aproximación no tuvo lugar siempre en el momento nematológico, sino más bien en el tecnológico; por ejemplo, en la tendencia de la evolución del capitalismo (estudiada por Hobson y Lenin) hacia el imperialismo.

Esta evolución hacia el materialismo político podría ser considerada en tres de sus corrientes principales: la “derecha socialista” de cuño hegeliano, la socialdemócrata (cuarta generación de la izquierda) y la marxista-leninista (quinta generación de la izquierda).

1. La “derecha socialista”. Una corriente, que se enfrentaba con el anarquismo y después con la socialdemocracia y con el marxismo, considerada, por ello, comúnmente como “corriente de derecha”, aun cuando habría que definirla como “derecha socialista”. Su representante más importante, al menos en lo que al momento nematológico concierne, fue Hegel.

La concepción hegeliana del Estado sigue aferrada al formalismo conjuntivo y cortical, pero de una manera tal que el Estado, en cuanto aparece involucrado en un proceso más amplio, el de la evolución del Espíritu Objetivo (según sus tres fases: familia, sociedad civil y Estado), no puede decirse que esté desvinculado de la capa basal, sino apoyado en ella, puesto que la sociedad civil está presupuesta siempre por el Estado. Y la sociedad civil comprende todas aquellas instituciones que se orientan a la “satisfacción de las necesidades” con la riqueza (§199 de la Filosofía del Espíritu), a todo lo que tiene que ver con la defensa de la propiedad privada y a todo lo que tiene que ver con la administración y con las corporaciones (§230 a §256 de la obra citada). Pero no por ello la sociedad civil, correspondiente a la capa basal, que es presupuesta por el Estado, es la base (Aufbau) del Estado, en el sentido que le daría Marx. Y esto es debido a que Hegel subordina, en cuanto al fin, la sociedad civil al Estado, y no al revés: aunque la capa basal es anterior al Estado en su proceso físico y material, está subordinada al Estado en cuanto este tiene respecto de ella el papel de telos, de fin.

De este modo, el Estado queda muy lejos de la condición de superestructura [410] que le atribuirá Marx. El Estado es sobre todo gobierno (Regierung), pero no solo poder ejecutivo. Hegel considera artificiosa la división de poderes atribuida a Montesquieu, y no se ocupa propiamente, al hablar del Estado, de su capa basal, que queda también confiada precisamente a la sociedad civil. En parte a la Iglesia, al menos en la medida en la cual la Iglesia asume como propios los fines del Estado (§270 de la Filosofía del Derecho).

Por lo demás, el propio Estado hegeliano, concebido como fase superior del Espíritu Objetivo, queda a su vez “envuelto” en el Espíritu Absoluto, es decir, aproximadamente, en lo que hoy llamamos cultura, en su sentido circunscrito [407], a saber, Arte, Religión y Filosofía. Cabría decir, por esto, que Hegel continúa, de algún modo, la teoría del Estado de cultura [422] propuesto por J.T. Fichte (remitimos a El mito de la cultura, pág. 78 de la 7a edición). En efecto, el Estado se subordina a la “cultura” [401-435], a los valores de la cultura, que sin duda, a su vez, habrán de entenderse como valores concordantes con los del Estado que los promueve; en su momento mediante una Kulturkampf, [609] como la que promovió Bismarck cuarenta años después de la muerte Hegel.


Nación política: Oposición izquierda / derecha
Ahora bien, las docenas de variaciones o ramificaciones empíricas de la derecha tradicional las clasificamos en tres grandes modulaciones: la derecha primaria, la derecha liberal y la derecha socialista. Y estas tres modulaciones de la derecha tradicional las ponemos en correspondencia con las generaciones de la izquierda, aunque esta correspondencia no la entendemos como una correspondencia de uno a uno: la derecha primaria habría que ponerla en correspondencia con el primero género de la izquierda (la jacobina) y con el tercero (la anarquista) que actuó ya en los años de la Gran Revolución, como jacobinismo comunalista (de estirpe roussoniana), y como anarquismo individualista de los exjacobinos que (como Gracchus Babeuf, Agustín Darthé y Felipe Buonarroti) levantaban la bandera de una especie de comunismo o colectivismo libertario, y que fueron denominados precisamente como anarquistas. Las primeras reacciones del Antiguo Régimen ante la Revolución francesa, es decir, la derecha primaria que se inició en Francia, fue una respuesta, tanto a las embestidas de la izquierda jacobina, como a las embestidas de los anarquistas ya en acción (sin perjuicio de que estas respuestas se reactivasen cuando los anarquistas se formaron como movimiento autónomo, después de la revolución de 1848). Lo que llamamos derecha primaria se organizó por el proyecto de reproducir el Antiguo Régimen en su integridad esencial; es, por tanto, dicho proyecto lo que constituye la derecha primaria. Esta es la razón por la cual cabrá hablar de derecha primaria incluso en situaciones ya muy alejadas cronológicamente de la Revolución. Es suficiente que sus agentes mantengan similares planes y programas de transformación idéntica, es decir, de revolución circular organizada. En este sentido, podríamos recordar la llamada “Carta Constitucional” (“Dada en París, el 4 de junio, año de Gracia de 1814 y de nuestro reinado el decimonoveno”) con la cual Luis XVIII (“por la Gracia de Dios, Rey de Francia y de Navarra”) iniciaba la Restauración del Antiguo Régimen (otra cosa es que, en la práctica la transformación idéntica fuera imposible). La segunda modulación de la derecha (la derecha liberal) se correspondería con la segunda generación de la izquierda (la izquierda liberal), sin que exista aquí contradicción alguna, puesto que no mantenemos una perspectiva dualista, disyuntiva, de la oposición izquierda / derecha. La tercera modulación de la derecha (la derecha socialista) la pondremos en correspondencia con la cuarta y la quinta generación de la izquierda: la izquierda socialdemócrata y la izquierda comunista.


Antiguo Régimen / Nación política: Idea de Razón / Izquierda política / Holización política
[Ahora bien] la transformación holizadora de la izquierda revolucionaria fue gradualmente asumida por la antigua derecha, que también se hizo democrática (e incluso “derecha socialista”). Dicho de otro modo: la holización política que comenzó abriendo grandes distancias efectivas (no ilusorias) o meramente ideológicas entre las izquierdas y la derecha política terminó propiciando, por la evolución política real, material o tecnológica, y no solamente ideológica, una convergencia o ecualización entre las izquierdas y la derecha hasta el punto de poderse afirmar que la oposición política izquierda/derecha, que comenzó siendo una oposición política real y no meramente ideológica, se ha transformado en una oposición ideológica sin significado político real (salvo en el reducido ámbito de las luchas electorales). Sobre la cuestión de la transformación de esta oposición, que había comenzado en el terreno político, en otro terreno no propiamente político, me remito a mi artículo “Sobre la transformación de la oposición política izquierda/derecha en una oposición cultural (subcultural) en sentido antropológico” (publicado en El Catoblepas, núm. 105, noviembre 2010).

Dicho de otro modo: el reconocimiento de una metodología racionalista holizadora en las democracias homologadas de nuestros días (tras la caída de la Unión Soviética) no constituye una garantía de su racionalidad política y un escudo contra cualquier tipo de crítica a las democracias homologadas hoy realmente existentes, tal como las concibe el fundamentalismo democrático (en el sentido expuesto en el libro El fundamentalismo democrático, de 2010, y en el artículo “Historia (natural) de la expresión fundamentalismo democrático”, El Catoblepas, núm. 95, enero 2010).


Géneros: Porfirianos / Plotinianos / Generadores / Modulantes / Analogía (atribución y proporcionalidad)
La distinción entre géneros porfirianos y plotinianos es pertinente en una teoría política de la izquierda. En efecto, es muy distinto tratar a “la izquierda” como si fuese un género que se divide en especies independientes, o bien como un género cuyas especies mantienen relaciones internas e incluso derivan las unas de las otras. La unidad de los seis géneros de “izquierdas definidas” la concebimos como enteramente similar a la unidad de concatenación de los géneros de vertebrados de nuestro ejemplo; entre ellas median relaciones de unidad propias de los géneros plotinianos (o darwinianos). La izquierda radical (la izquierda revolucionaria que tomó el nombre de su situación topográfica en la Asamblea francesa de 1789) es un género generador de otras corrientes de la izquierda (por ejemplo, de la izquierda liberal y de la izquierda comunista). Por su parte, la Idea objetiva de Derecha es una idea que definimos como género plotiniano (por tanto, como una idea histórica), que dice referencia esencial al Antiguo Régimen, en cuanto éste resultó ser atacado por las izquierdas revolucionarias. Es una Idea que se nos presenta, en principio, como una idea positiva, y más simple que la Idea general de Izquierda, cuya unidad comienza siendo negativa (del Antiguo Régimen) y, por tanto, amorfa, como es el concepto de in-vertebrado. La derecha tradicional o alineada (las variedades o modulaciones de la derecha herederas de las respuestas que el Antiguo régimen y sus herederos pudieron dar a las embestidas de las izquierdas: la derecha primaria, derecha liberal y derecha socialista) tiene una inequívoca unidad directa de estirpe, a diferencia de la unidad que corresponde a las izquierdas. Para atender a estas diferencias llamamos modulaciones a las variedades o géneros de unidad genealógica de la derecha tradicional, reservando el término generaciones, en cuanto independientes las unas de las otras, para conceptuar a las distintas variedades o géneros de la izquierda [732].

La doctrina de los géneros variacionales (modulantes o anómalos) permite comprender la posibilidad de partir de una especie de suerte tal que, tras ser analizada en sus constituyentes o componentes, nos permita pasar diaméricamente [34] a otras especies, en una suerte de recurrencia, pero a través de la cual podría determinarse el “género ajorismático” (condición de un predicado, estructura o esencia, de no ser separable de los sujetos, partes o fenómenos, en los que se realiza).

Los géneros variacionales o anómalos tienen mucho de géneros distributivos [24] o, por lo menos, no son géneros que exijan ser siempre tratados como totalidades atributivas. Son géneros no porfirianos y, a la vez, distributivos y variacionales, es decir, modulantes (en el sentido que recibe el término “módulo de una operación” por conducir a términos variacionales que no son el mismo módulo: 5x1=5; 8x1=8…). En todo caso, hay que tener en cuenta la posibilidad de pasar de un tipo de genericidad a otro, según la perspectiva que se adopte. La “ecuación general de las cónicas” podría considerarse, desde algún punto de vista, como una totalidad genérica atributiva, puesto que sus términos se componen algebraicamente mediante operaciones de adición y producto [ax2+by2+cxy+dx+ey+f=0]; sin embargo, en la medida en que los coeficientes puedan tomar valores cero, resulta que las operaciones aditivas desempeñan el papel de alternativas lógicas y la totalidad se nos aproxima a la forma de un sistema distributivo variacional.

Es conveniente atenernos a la idea del “género variacional” como forma genérica no porfiriana pero distributiva “por sí misma”, es decir, no en función de genericidades atributivas de origen. La idea género variacional (un género que, para serlo, debe poder resolverse en varios componentes o factores, susceptibles de variación independiente), permite dar cabida a las necesidades de ampliación de la rígida idea de los géneros unívocos porfirianos, así como de su carácter “absorbente” de las diferencias (el desarrollo del género unívoco en sus especies, o desarrollo subgenérico, tiene efectos comparables a los de los términos llamados absorbentes, que reducen cualquier otro término del sistema a su propia figura: 5 x 0 = 0; 12 x 0 = 0). Necesidades que ya fueron reconocidas por los escolásticos por medio del concepto de analogía y, en particular, del concepto de “analogía de desigualdad”: a través de la analogía inaequalitatis llegaban a reconocerse diferencias incluso en la “participación esencial” del género en las especies y, aún más, de las especies en sus individuos; lo que equivalía al reconocimiento de que los individuos humanos, por ejemplo, no participan unívocamente en la “sustancia segunda” humana (Tomás de Vio, Cayetano, Tractatus de Nominum Analogia, cap. I, 35. En Summa Sacrae Theologiae, tomo 1, Lyon 1575, págs. 515-524).

Ahora bien, el concepto de analogía (que ni siquiera puede considerarse un concepto, sino, por lo menos, dos, porque el término “analogía” cubre tanto a la “analogía de proporción simple” o de atribución, como a la “analogía de proporción compuesta” o de proporcionalidad, siendo ambas de naturaleza enteramente heterogénea) carece de aptitud para acoger a los “géneros variacionales” o anómalos; y esto porque, en el caso de los análogos de atribución, la genericidad distributiva desaparece, aunque no desaparezca la estructura de la totalidad (el significado principal, correspondiente al primer analogado, no es genérico respecto de los modos que se atribuyen a términos conectados con él). Juan de Santo Tomás ya subrayaba (Ars logica) que los análogos de atribución no son ni siquiera conceptos, sino “complejos de conceptos”. Y en el caso de los análogos de proporcionalidad, la distributividad se mantiene, pero no de modo variacional, puesto que los inferiora se nos dan, no ya fuera de toda seriación, sino incluso fuera de toda modulación sistemática (digamos de modo amorfo, o indeterminado). De ahí la tendencia a interpretar a los análogos de proporcionalidad como predicados unívocos, sólo que no monádicos, sino diádicos o n-ádicos: “triple” sería un predicado análogo de proporcionalidad 12/4 = 15/5 = 18/6… pero, a la vez, sería unívoco. Tales son los motivos principales de nuestra reticencia hacia la utilización del concepto tradicional de “analogía” como alternativa para dibujar la situación de unos géneros no porfirianos que, sin embargo, sean a la vez distributivos y variacionales, es decir, modulantes.

Ahora bien: ¿cómo podemos concebir un genericidad (“anómala”, mejor que “análoga”) que, sin perjuicio de ser distributiva, se desarrolle en términos específicos tales que, sin embargo, contengan variación interna (no meramente externa, de proporción simple) y determinada sistemáticamente (no amorfa, como los análogos de proporción compuesta) del género y, en muchos casos, una seriabilidad de los términos especificados? No conocemos otra vía que la combinatoria. Un ejemplo: el concepto elemental de “palanca” es un concepto genérico respecto de sus diversas especies; estas especies son distributivas, puesto que cada especie de palanca realiza el concepto genérico con independencia mutua. Pero las especies (o géneros) de palanca no son unívocas, absorbentes: cada una modula inmediatamente a un género ajorismático, el constituido por tres formantes [P,A,R] que pierden, además, su significado cuando se separan el uno del otro; las especies constituyen variaciones inmediatas del género, y son tres: (P,R,A), (R,P,A) y (P,A,R), puesto que las permutaciones algebraicas (A,R,P), (A,P,R), (R,A,P) se consideran equivalentes (en sus contrapartidas mecánicas) a sus correspondientes inversas. El género se divide aquí inmediatamente en sus especies, puesto que sus “factores” o “formantes” han de estar trabados necesariamente según algunas de las alternativas dadas, y no cabe pensar en un jorismós (condición de un predicado, estructura o esencia que se supone exenta respecto de los sujetos, partes o fenómenos a los cuales se aplica). En la terminología común hablamos de “géneros de palanca” (no de especies de palanca), pero esta dificultad terminológica puede resolverse bien sea considerando a los géneros de palanca como géneros subalternos de un Género superior (correspondiente al concepto genérico de palanca) bien sea interpretando al concepto de palanca como una “familia” con tres géneros.

Por lo demás, ante un género como el de [P,R,A] y sus especies reconoceremos que media una conexión muy similar a la de los conceptos conjugados [53], si tenemos en cuenta que el concepto genérico, como tal, [P,R,A], sólo tiene sentido en tanto consiste en cifrar la relación diamérica entre las “especies” (P,R,A), (R,P,A) y (P,A,R); así como también cada una de estas especies sólo satisface el concepto en cuanto sus notas o formantes se ligan como alternativas dadas en el género. La representación gráfica de los géneros anómalos más adecuada ya no será la representación arborescente de los géneros porfirianos, sino la representación matricial.

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